lunes, 9 de abril de 2007

consensos 2

Quizás en el post anterior, mi posición fue demasiado sesgada, en parte porque me refería a las formas de participar en un debate nacional. Pero en honor a la tarea de "completar la memoria", pego un parrafito del, a mi entender, analista político más inteligente que podemos leer a diario, M.W.

"Otrora, un grupo que se autodenominaría vanguardia, pretendiendo ejercitar un “acompañamiento” a la lucha, hubiera ejecutado, al gobernador, al jefe de policía, al ministro de Educación. Quebracho remedó ese gesto y aun así redujo la acción a las simbólicas piedras. Lo mayoritario es que en medio de una agresión banal y asesina, unas organizaciones sociales convocan con un paro a un clamor que muestra que hicieron suyo el valor de la democracia como régimen que excluye la producción de muerte en la producción de política. El que no olvida, que si no fuera porque es políticamente responsable, sería un pobre diablo, es Sobisch. Quiso montar una represión como muestra electoral, como si fuera un intendente que inaugura una escuela y armó una catástrofe. Pero, lamentablemente, no es él solo. Lo que hizo lo hizo para seducir a la parte de la población que, tras su indignación por los recortes de las libertades camineras, revela cuanto no ha incorporado a su acervo político el valor supremo de la vida y pide toda la muerte que le sea posible pedir en público. Ellos sí que no olvidan y se muestran incapaces de dejar en el pasado guardias blancas, ligas patrióticas, tres A y dictaduras varias: en su obstinación y su apego al pasado, la derecha social y política de la Argentina es un mundo éticamente penoso."

domingo, 8 de abril de 2007

Consenso

¿Que significa utilizar políticamente una muerte?

Si algo nos enseña la historia reciente de nuestro país es la dificultad para poder construir consensos en torno a cuestiones demasiado sensibles como puede ser, por ejemplo, el crimen político cometido por el Estado. Pero con consensos, me refiero a algo importante, es decir, que prácticamente no existan cuestionamientos sobre una definición concreta.
Hay que prestar especial atención a un debate (subterraneo, uinconcluso) que empezó a plantearse antes de que Kirchner se transformara en presidente. Quizás desde la masacre que en avellaneda se cobró la vida de Kosteki y Santillán. ¿Como tiene que actuar el Estado frente a manifestaciones que interrumpen la circulación de bienes y personas (en un país en que este tipo de protestas se repiten con tanta frecuencia)? Es claro que en una situación de corte de calles o de rutas entran en contradicción dos derechos (si, no reconocer el derecho a circular es incurrir en el mismo error que desconocer el derecho de manifestarse), el problema es definir cual de los dos derechos debe prevalecer. Y generar un consenso sobre esto implica definir esta postura para todas las manifestaciones que puedan saucederse en el futuro. Es bastante complejo, parecería imposible (recuerdo en el año 2002 en la campaña de Menem, se proponía abiertamente un camino para generar una definición sobre este tema).
Yo creo que hay dos formas de llegar a este tipo de consensos, que implican poner un piso en la discusión, es decir, ciertas cosas que pasan a estar fuera de discusión. La primera, a través de las organizaciones políticas y sociales, que lentamente y con actividades, debates, propuestas, etc van generando una opinión, debaten. La otra es a través de políticas de Estado, que tomando posición sobre alguna cuestión, avanza demostrando que el camino elegido da resultados, y continuando esas políticas en el tiempo, o plasmándolas en leyes, construyen ese piso difícil de demoler.
Hay una posición que el gobierno expresó desde un comienzo y que mantuvo a lo largo de estos cortos años: no reprimir las protestas sociales. Sin cofiar en los agentes del orden, terrminó por prohibirles el uso de armas de fuego, y especificando hasta la última coma las instrucciónes en cada manifestación. A lo máximo que se propuso llegar es hasta el punto de la "Saturación", pero jamás a la agresión física directa.
No se puede decir que esta definición no le haya traido inconvenientes (por ejemplo con nuestro hermano país Uruguay, a raiz de los caprichos de los instant-ambientalistas del litoral). Tampoco se puede decir que este posicionamiento del gobierno, no haya puesto nuevamente sobre la mesa este debate tan importante.
Esa definición es el principio de la construcción de consenso. No apoyar ese proceso, no reconocerlo, desdeñarlo, es restarle importancia. Y a hacerse cargo de ello quienes así obren.
¿No es importante llegar a un consenso que estipule que NO SE DEBEN REPRIMIR LAS PROTESTAS SOCIALES JAMÁS?
Lo que pasó en Neuquen pone bien en claro, blanco sobre negro, dos posiciones distintas, enfrentadas. Y da asco la forma en que la izquierda quiere eludir el debate. Sencillamente porque no le conviene. La derecha en este caso toma una posición más interesante: se atreve a dar el debate y se posiciona (aunque ya se evidencian ciertos limites, no pueden decir todo lo que piensan, o directamente tienen que avandonar algunas posturas... consensos, consensos). Contra esa postura hay que discutir, ganando la posición en base a los hechos, lo que ocurre, la única verdad.
Recuerdo una represión en Brukman, hace ya algunos años. Me acuerdo tambien de los gestos de alegría de los trotskitos, habían descubierto el atajo hacia el consenso (o eso creyeron), pero un consenso distinto, facilitado por la represión que ellos ansiaban. Si la represión es un medio que nos puede servir para posicionarnos, no nos importan los muertos.
Después, el debate sobre el aumento a los docentes sí adquiere otros matices y es una discucíon más larga, donde el gobierno cometió algunos errores, o al menos se puede discutir su forma de proceder.
La de reprimir las protestas sociales no.

miércoles, 4 de abril de 2007

Volvimos. Volviste?















Preguntas, solo preguntas...

Si bien es cierto que, segun las últimas novedades que arrojan las infalibles mediciones de la opinion publica, Carrió seduce a mas de un 10% de los porteños, hay que tener en cuenta que no es lo mismo la gorda de jefa que olivera de vice. Lo que nos lleva a la pregunta de cuánto ¿cuanto le suma a Jorge T el cierre de filas con el ARI? o tambien la pregunta inversa... ¿Que gana el ARI con esto?. Desde su nacimento el ARI pregona una nueva forma de hacer política, agitando la banderita de la honestidad, pero no olvidemos que obtuvo su crecimiento y continuidad respirando el oxigeno que le da la opinión pública, y sus militantes cada vez menos convencidos. ¿Cuantos firmantes del nuevo pacto moral formaron parte de esta definición? me refiero no solo al acuerdo con Telerman, sino a la elección de Olivera como vice. Los desorientados militantes del Ari tienen dificultad ultimamente hasta para entender a su jefa espiritual, abanderada de los esclarecidos por la luz divina.
De hecho, recientemente el proscripto Fontevecchia juega con esta cuestión de la comunicación con Dios hasta llevarla al ridiculo en esta entrevista.
Y me surge aquí una nueva pregunta... ¿Que van a hacer los movimientos sociales K que desobedeciendo las ordenes del jefe, llaman a votar a Telerman? que problema...
Y una última pregunta. ¿Como interpretar este otro grafico, publicado apenas 1 semana despues del que figura arriba?
Nunca fui bueno con las encuestas. Pero de todas formas si yo fuera Filmus estaría más preocupado que contento.

viernes, 22 de diciembre de 2006

asueto


Tomémonos un descanso. Ya vendrán luego las discusiones políticas, las elucubraciones y las finas formas de la discusión política. El 2007 estará plagado de páginas al respecto, para qué empezar hoy. Aunque...
Cinco años se fueron ya. Desde aquel Diciembre de fuego. "Un lustro sin mucho brillo", recuerdo que decía Radio Mitre, en una de sus "ingeniosas" publicidades en alusión a la extinción del 2005. Pero este lustro fue, de hecho, un lustro de aprendizaje para aquelllos que construyeron un dogma de sus métodos "novedosos", reclamando el insumo vital para levantar las murallas de papel. Y Mucho más aún para los que se calzaron el olvidado uniforme de soldados de la causa nacional.
Pero en esta vorágine no hay tiempo para aprendizajes: hay que jugarse...
Pero, repito, ahora no quiero hablar de eso. Ya habrá tiempo... Además, "las fiestas" son un momento que invita más al relajo que a la preocupación, se prioriza el balance relajado frente a la planificación: como le pasó a Ibarra, saliendo del solarium, rumbo al brindis de fin de año del MALBA, cuando se quemó con la pirotecnia explosiva de la realidad.
Pido perdón por la desprolijidad, que atribuyo a la carencia absoluta de experiencia en el arte de postear y en parte tambien a que acabo de agarrar, por primera vez en muchos días, una computadora rápida donde volcar ideas que se habían ido amontonando desordenadas.
A lo que iba en realidad, antes de distraerme, era a la fiebre psicotrópica que se desata todos los años, aunque a mi entender, cada año se exacerba más. Si se afina el oído se puede escuchar, cada vez más a medida que se aproxima el fin de semana de festejo, palabras como "bola 8", "Bicicleta", "Tiza", "Veinticinco", "Alita de mosca", "Honguitos"
Y sí. Es así. Festejando la Navidad, el nacimiento del Niñito jesus, los pensamientos de todos vagan por los senderos pseudo proscriptos del vuelo narcótico. En la listita de las compras navideñas nunca faltan, sino que más bien abundan, esas sustancias que aún el Estado se rehusa a regular.
Hasta en el laburo me han ofrecido esa dulce sustancia creada con la materia prima que hace crecer el PBI de unos pocos países sudamericanos donde abundan la violencia y la desigualdad
Mientras en casa escuchaba al Dr. Alvarez rapear "todos transan, tooodos transan" me pregunto si estaremos a tiempo para corregir una de las postulaciones fundantes de la política moderna y dejar grabado en el marmol del presente: "el opio es la religión de los pueblos"

lunes, 18 de diciembre de 2006

y tu cabeza está llena de ratas

A pedido del cristianuchi, volvemos. Aunque la verdad no hay mucho para decir. Se cumple, sí, en dos días un lustro de los "sucesos" pero no parece haber todavía un efecto inmediato en los medios y, por extensión, en el mensaje. Pronostico, veo, avizoro un informe especial con infografía ad hoc en Clarín, seguramente, este miércoles. Pero un cuadro de situación sobre los efectos del 19 y 20 en la vida política nacional en estos cinco años, es difícil de encontrar, salvo por algunos artículos de old school en Página/12 sobre la añoranza asamblearia.
Por algo será.

Yo mientras tanto me puse a revisar los apuntes que tomé para un breve texto sobre el tema y encontré este párrafo incompleto y autocensurado:

El regreso de la política no es tal. Nunca se fue. A lo sumo, hay una reapropiación del discurso político. Un cuaderno de izquierda universitaria decía, en relación al feriado del 24 de marzo, "Esta ganancia simbólica está siendo usufructuada, claro que sí, para reforzar en el presente aquello mismo que se combatía en el pasado. Porque si los treinta mil desaparecidos son rescatados, es en tanto víctimas y en tanto muertos que pueden traerse del pasado, pues ya no están obstaculizando el proceso de acumulación capitalista. Parafraseando a Martínez de Estrada, podríamos hablar de una "muerte y transfiguración del revolucionario" como núcleo de la nueva historia oficial."

Interesante paráfrasis de la dialéctica acomplejada. El tema partícular, lo dejaremos para el próximo aniversario del Golpe, si este blog sigue funcionando. Ahora bien, me sorprende, desde distintas esferas del pensamiento, cierta preocupación por las -posibles- formas de abordar el pasado. Una digresión: basta leer el paper de Sarlo en la última Punto de Vista, aunque limitada a una nostalgia de las épocas de la interpretación y reducida a la metáfora magra de la literaturnost desde cierto gorilismo in péctore, la columnista de Viva apunta una sabrosa interrogación: así a grosso modo, los escritores de la década del ochenta, se supone, contaban con la pregunta sobre el pasado más inmediato para esbozar las tramas de su narración -v.g. Respiración artificial, Glosa, la gran obra de Daniel Moyano, y acá ubico y me juego, usando lo que Sarlo llama la escritura del presente, también a La luz argentina-, mientras que en la actualidad, o por la velocidad de las cosas, o porque hoy cualquiera puede hablar de política, ponele, esa interpretación del pasado no parece necesaria, ni potestad exclusiva de la literatura -entonces: pierde validez. Yo diría actualidad. Claro está que ahora los setenta, década fetiche de la cultura blanca, a través de la apropiación -necesaria, dicen Moreno y Fabianesi- que hizo de ella el Estado, dificulta el abordaje limpio de no muchos verdaderos exégetas de la praxis militante y no pocos lobbystas -también necesarios, decimos acá. Con todo, un márgen interesante y reciente, es el último libro de Martín Kohan. Con todo.
Ahora bien, corto la digresión y sigo con otra. Tal vez los cinco años que median entre el 19 y 20 y hoy -y todo lo que parece haber pasado, desde la maratón de presidentes, Puente Pueyrredón y la égida absoluta de Kirchner- se transformen en una metáfora más o menos clara de esa velocidad. Todo esto del pasado es relativamente claro para el 24 de marzo de 1976: ahí donde el núcleo del poder se refugiaba en una oscura política de Estado represor y el discurso opositor se tuvo que construir, primero desde un fallido intento estatal, después, desde la alternativa en la resistencia, y, finalmente, otra vez en el Estado. Pero no parece tan claro para la década "menemista": ahí donde el núcleo del poder fue de una transparencia casi baudrillardiana que terminó siendo lo que escandalizó a más de un elector y el discurso opositor, la alternativa, el dueño de los medios de producción culturales. ¿Por qué no pensar en un pasado oscuro, también, para interpretar, político y actual? Porque el velo a derribar es precisamente todo lo que construyó aquel mito del "menemismo".
Esto, entonces, es para más adelante. Proponemos una Historia de la Continuidad Democrática. Y donde, obviamente, el 19 y 20, no queda afuera.

viernes, 8 de diciembre de 2006

homenaje

Estamos a menos de quince días de la celebración de la restauración del orden político. No nos conmueve. Pero nos sabemos parte de ella. La política no nos esperaba en el fuego presbisteriano de la Plaza de los Dos Congresos pero leemos el núcleo de poder representativo que implica la rebelión del electorado. Somos parte de la praxis.

La noche de aquel veinte de diciembre fue de festejo para la mayoritaria y tan verdugueada clase media. Las formas de participación se multiplicaron: gambeteada de balas, bocinazos dispersos en la Avenida Juan B. Justo, humus de teflón en las extasiadas cuadrículas de la ciudad financiera acorralada. Muchos nos dijeron después: he aquí una nueva forma de entender la política, de ahora en adelante.

Somos, entonces, una especie de A dos voces de la nueva política pero sin invitar a ningún candidato porque la política, la política eres tú. La ingenuidad y abstracción empírica del análisis político se ve reducida acá a su mínimo exponencial: el post como producto de la pacificación electoral que habilita el acceso a Internet. No hacemos política; vivimos de la política.

Trataremos de postear seguido. Sino ya fue.

Agradecemos a Nilda Garré, Nestor Carlos Kirchner, Juan Gullo Canca Carlos, Monseñor Piña, Graciela Fernández Meijide, Mariano West, Baldomero Cacho Álvarez, Pata Medina, Jorge Fontevecchia, Julio Ramos, recientemente extinto, Horacio Rodríguez Larreta, Francisco de Narváez, Juanjo Álvarez, Martín Granovsky, Fernando Esteche y a todos los que nos conocen de la SIDE, Cochi Guchea, Miguel Bonasso y el doble de Fidel, los pibes de Tortuguitas, a Viviana Saccone por su gigantesco aporte a la lucha de Abuelas, a Norma Kennedy y la Convención Democráta de San Vicente, y a la generación decembrina, con afecto.

 
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