domingo, 10 de junio de 2007

coraje

Hay una sensación que me queda despues de estas elecciones porteñas y de cara al proximo balotagge. incompletas e incoclusas podrían resumirse en estos puntos

La ciudad es, cada vez más, una isla en donde la construcción política va tomando sus códigos propios que la hacen mierda (a la política, no a la ciudad).

Al "populismo" (categoría asquerosa que intentó definir los procesos políticos más importantes de la historia de nuestra región), se le achacaba adolescer del pecado de la demagogia. Un candidato como Macri, cuya campaña (impecable, que aplicó todo lo que en estas líneas va a ser criticado) lo transformo de impresentable en el mejor exponente de la transformasción necesaria. Lo curioso es que cada paso que dio de cara a esta elección estuvo excesivamente guionado. El mismo Duiran Barba, dijo en un reportaje a Clarin de la semana pasada, cuando le preguntaron que estrategia seguiría si trabajara para filmus, algo así: "primero tendriamos que hacer alguna encuesta y un focus para empezar a ver como encarar". Es decir, no se da un paso si no se sabe que es lo que el porteño quiere escuchar. Ahora el caballito de batalla es la campaña no agresiva. "por cada agresión una propuesta". Pero... las ideas, sobre todo al hablar de política, se defienden con pasión, con behemencia. Si uno tiene un proyecto de ciudad, si se está a un paso de gobernar (y Macri puede gobernar esta ciudad sin necesidad de ningun acuerdo forzado), debería poder discutir sus ideas. Aunque sea estas aggiornadas visiones liberal - populistas.
Un amigo me decía hace algunos años, que este país era mucho mejor (y lo volvería a ser) cuando dos tipos se agarraran a piñas en un bar discutiendo política. Lamentablemente vamos hacia un lugar donde no queda nada por discutir

Lavagna: Esperó, para definirse en la ciudad, a que terminara el partido. Lavagna, sos un cagón. Esa farsa de conferencia de prensa en la que no dijiste nada te pinta tal como sos.

Los exponentes que yo eligiría para conformar la oposición serían los últimos políticos con coraje que aún nos quedan: Carlos (que es Menem), El cabezón Duhalde y Bergoglio.

Y nuestro presidente todavía no se dió cuenta que ya pasó de moda eso de confrontar y disputar ideas distintas.

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